El cine llega a tierra dominicana en julio de 1900, cuando el italiano Franceso Grecco lleva el cinematógrafo a la sala de billares de la casa del sr. Nathan Cohen en La Vega.
Posteriormente y como el dato más conocido, el 27 de agosto Grecco presenta la novedosa máquina de proyecciones en el Teatro Curiel de la ciudad de Puerto Plata. En ese entonces, las primeras proyecciones eran de los pioneros del cine los hermanos Lumière.
22 años más tarde se exhibe la primera película de ficción dominicana “La leyenda de la virgen de la Altagracia” hecha por Francisco Palau (fotógrafo y editor), Tuto Báez (fotógrafo) y Juan B. Alfonseca (empresario). Aunque ninguno era realmente director de cine, es válido destacar este primer intento realizado por un equipo local.
Canciones exitosas que sirvieron de inspiración para películas
Para 1930 se estrena el primer filme local con sonido, un noticiario de actualidad. Durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina las proyecciones en el cine se limitan a fílmicas que resaltan su figura, lo cual provoca una pausa en el desarrollo de cualquier otra manifestación artística o cultural.
La producción de cine local vuelve 2 años más tarde del ajusticiamiento del tirano, en 1963, cuando el dramaturgo Franklin Domínguez saca a la luz ‘’La Silla’’, donde denuncia los horrores del régimen dictatorial.
¿Cuál fue realmente la primera película dominicana?
Entre las opiniones de distintos autores y peritos del arte dominicano, el largometraje de Domínguez se debate como la primera película dominicana versus “La leyenda de la virgen de la Altagracia”.
Sin embargo, el premio anual concedido por la Asociación Dominicana de Profesionales de la Industria del Cine (ADOCINE) en reconocimiento a la excelencia de los profesionales en la industria cinematográfica, se llama La Silla en honor a la película homónima de Domínguez reconociéndola como el primer largometraje criollo.
Mientras que en Antología de Largometrajes Dominicanos 1963-2019 se refieren a La Silla como la primera película de ficción post dictadura (Lora & Dirección General de Cine, 2020). Como quien establece un antes y después en la historia.
De vuelta con los directores de cine, es a través de la ópera prima de Agliberto Meléndez -también fundador de la Cinemateca Nacional- que se reactiva el quehacer cinematográfico fuera de los documentales. Un pasaje de ida estrenada en 1988 es una cinta basada en los hechos reales de un grupo de dominicanos que intentaron un viaje ilegal en 1980 y terminan asfixiados dentro de un contenedor del barco Regina Express.
En ese mismo año, un joven Alfonso Rodríguez de 23 años estrena Tráfico de niños. La cinta grabada en formato ¾ fue su primer largometraje.
El U-matic fue creado en 1969. La cinta es de 3/4 de pulgada de ancho. Fue la única cinta de este ancho en video analógico. El U-matic permitió, por primera vez, la grabación de reportajes de forma totalmente independiente al aire libre mediante una cámara de hombro conectada a un magnetoscopio portátil.
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Y además se estrena Abril: La trinchera del honor por parte del reconocido cineasta René Fortunato, marcando así su inclinación por los temas patrióticos y sociales de nuestra historia.
Este largometraje es considerado por el INESDyC como el documental más completo sobre la Guerra de Abril de 1965 y la intervención militar norteamericana en Santo Domingo.
Para 1995 el público dominicano recibe con entusiasmo Nueba Yol: por fin llegó Balbuena, dirigida por Ángel Muñiz.
Esta película de puro entretenimiento criollo, en la cual el inolvidable Luisito Martí interpreta a Balbuena, alcanzó un hito publicitario como una de las producciones más mercadeadas en todos los medios de comunicación directos de la época.
En 1966 Radel Villalona se estrena como director en Para vivir o morir. Apenas dos años más tarde, este filme de suspenso político pasa por un retake que lo reestrena en febrero de 1998 como Jugada final, sufre un fracaso comercial y se le da un último intento como Basta ya comercializado en formato de DVD en octubre de 2003, sin mayores éxitos.
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Con un público algo decepcionado por la experiencia anterior, Pericles Mejía se lanza con Cuatro hombres y un ataúd, una comedia al acostumbrado estilo criollo de exponer nuestras desdichas y costumbres.
Conforme relata Antología de Largometrajes Dominicanos 1963-2019, en 1998 llega por parte de la diáspora dominicana en los Estados Unidos, Buscando un sueño (In Search of a Dream), de los realizadores Joseph Medina, Jaime Piña y David Castillo. En el mismo año se estrena la ópera prima de Jorge Lendeborg titulada Víctimas del poder.
Y como si la efervescencia del cine fuera desapareciendo progresivamente, se vuelve a saber de otra película en el 2000. El círculo vicioso proveniente de la diáspora dominicana en EE.UU por Nelson Peña. Originalmente estrenada en 1999, pero ya en suelo dominicano en el nuevo milenio. ‘’este proyecto, al igual que otros relatos de estos realizadores dominicanos, toca la historia de traición y venganza dentro del mundo de las drogas y la corrupción en la que dos dominicanos tienen que lidiar para sobrevivir.’’ (Lora & Dirección General de Cine, 2020)
Después de esta última, el cine dominicano apaga sus cámaras por unos años… ¿Quieres saber cómo retomamos el cine?
¡Nos leemos en la segunda parte!