Richarson Díaz es un joven dominicano que se destaca por su trabajo como actor, director y dramaturgo y quien gracias a su talento y disciplina promete llegar lejos en el mundo del arte.
Probablemente lo reconozcas de películas como Mosh (2019), Candela (2021) y La Otra Lucha (2022) o de obras de teatro como Mejor que un Polvo, Monólogo para un autor o Sin Zapatos No Hay Paraíso por el que obtuvo el premio a Mejor Actor Teatral en la pasada edición de los Premio Soberano (2021).
Se educó formalmente en la Escuela Nacional de Arte Dramático (ENAD), además, se graduó de Comunicación Social mención Periodismo en la UASD y posee un diplomado en dirección de proyectos de UNIBE.
Richarson se autodefine como alguien sencillo que es feliz con poca cosa y que ama compartir tranquilo con su familia y amigos. “Un tipo que intenta hacer las cosas bien siendo empático y disciplinado”, sugiere.
Conócelo más a fondo leyendo la entrevista que le hicimos.
Eres dramaturgo, actor y director, ¿cuál disfrutas más?
“Las disfruto las tres por igual, cada una en su tiempo y espacio. Hago todo lo posible por no hacerlas a la vez, eso me da el espacio y descanso para que mi mente y corazón gocen de cada una por igual”.
Las primeras veces nunca se olvidan. ¿Cuándo y cómo fue tu primera experiencia formal como actor? ¿Y como director? ¿Y como dramaturgo?
“Me inicié muy joven en la dramaturgia y escribí un montón de obras malas antes de parir algo que sirviera, el maestro William Mejía me ayudó mucho a crecer en esa parte, hasta que en 2011 gané un premio de dramaturgia en Casa de Teatro con mi texto “LA CAPITANA“”.
“Mi primer personaje fue El Novio en la obra Estudio en Blanco y Negro, autoría de Virgilio Piñera, tenía 16 años; estaba en el bachillerato y soñaba con ser ingeniero electrómecánico. Luego de concluir la Escuela Nacional de Arte Dramático (21 años, en cinco años un radical cambio de rumbo) hacía de todo: payaso, zancos, animación en horas locas y cualquier actuación que apareciera por ahí sin que fueran demasiado relevante. Mi primera actuación así como que de peso fue en la obra La Noche Justo Antes De Los Bosques, bajo la dirección de Miguel Ramíres. Ojo, no digo que fuera la primera, pero considero que fue mi primera actuación de relevancia”.
“En relación a la dirección me gustaría señalar que en mi época de estudiante era hacia donde más me inclinaba y quizás por eso al graduarme me tocó dirigir el primer montaje de Teatro PiedePuente, esa obra fue FUGA, autoría de Radhamés Polanco. Se estrenó en Casa de Teatro y fue mi primera experiencia profesional en el rol de director. Tuve la oportunidad de dirigir a quienes fueron mis compañeros de estudio: Dalia Castro, Iván Mejía, Pepe Sierra, Aileen Ceballos y Nigeria De Los Santos, con quienes sigo trabajando y ahora son mis compadres, comadres, amigos y hermanos”.
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¿Alguna vez te ha tocado fungir los tres roles a la vez?
“En una ocasión y no lo disfruté para nada, después de esa vez jamás ni nunca. Siempre le advierto a los productores, quienes en ocasiones me han dicho: -Mira, pero tú puedes hacer ese personaje que es pequeño-. No. Si dirijo, no actúo y si actúo, no dirijo. Confieso que en ocasiones me ha tocado como director sustituir a un actor que por X o por Y no puede hacer una función, pero eso es ya otra cosa, digamos que lo hago porque ante todo el espectáculo debe continuar”.
Además de actuar para teatro, también has participado en películas como es el caso de Mosh, Candela y la Trampa. Ya que has experimentado ambos mundos, ¿cuál te ha gustado más? ¿Por qué?
“El teatro y el cine tienen encantos diferentes, en ambos hay adrenalina, susto, riesgo o presión en algún punto e igual hay liberación, abstracción y fantasía todo el tiempo. Lo importante es saber a cuál barco subirse para navegar el formato artístico de cada caso… creo que me fui muy poético. En resumen los dos me gustan con sus maneras”.
La película Mosh se exhibió en los cines dominicanos. Cuéntanos un poco sobre tu personaje “Blanco”. ¿Tiene algún parecido con Richarson? ¿Qué lección te llevas de él?
“El parecido es cero. Blanco se pela’ a caco y yo no. (risas) No, mentira, hablando en serio; más allá del corte de pelo, Blanco es lascivo, doble cara (papelero en buen dominicano) y un orgulloso criminal, honestamente espero no parecerme a eso”.
“La paciencia, es un personaje que no fuerza nada. Él viene de abajo, haciendo lo suyo y escalando poco a poco hasta llegar a donde quiere. Creo que es un personaje muy inteligente, aunque no use ese atributo para el bien”.
De todos los personajes que has interpretado, tanto para teatro como para cine, ¿cuál te ha regalado el mayor aprendizaje?
“Cada uno ha dejado algo. He tenido la suerte de trabajar en procesos de creación que es imposible que no dejen alguna marca, alguna lección o algún desaprendizaje también porque hay personajes que llevan al actor a enfrentar miedo y prejuicios que uno ni sabía que tenía”.
“Por consiguiente, recuerdo a todos mis personajes con cariño, y, aunque haga mucho tiempo que los interpreté y sepa que no los haré más, confieso que los repaso de vez en cuando”.
¿Qué podemos esperar de Richarson en lo que resta del año?
“Hay varias de mis obras que siguen en repertorio y estarán presentándose por aquí y por allá. Habrá estrenos de cine y de teatro, sobre todo a partir de agosto. Hay propuestas para trabajar en varias películas, algunas son más firmes que otras, pero ya veremos cuáles se van concretando, y les aviso”.
Por último, ¿qué consejo le darías a la generación de actores que está subiendo?
“Rechazar un trabajo es rechazar tres trabajos, con esto no digo que digan que sí a todo lo que le ofrecen sino que deben tomar la decisión enfocándose más en los pros que en los contras”.
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Próximamente podremos ver a Richarson Díaz en la película La Trampa de Frank Perozo que se estrena a finales de año. así como también en las cintas Boca Chica, Constanza y Rango de Honor que se encuentran etapa de postproducción.
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