Uno de los mejores elementos desde que tenemos acceso a las grandes empresas de streaming es la gran cantidad de contenido al que estamos expuestos. Hemos pasado de que fuera muy difícil ver producciones extranjeras a tener la oportunidad de ver las estéticas visuales de otros países europeos y asiáticos. Pero jamás pensé que las telenovelas turcas robarían el corazón de tantos dominicanos.
Investigando un poco sobre este fenómeno, descubrimos que en la actualidad Turquía es el segundo exportador de telenovelas a nivel mundial, gracias a las grandes producciones que se filman dada su alta rentabilidad. Nos preguntamos: ¿dónde reside el éxito de estas novelas? No es una cuestión sencilla, pero vamos a intentar conocer mejor el contexto y las características de estos productos televisivos.
Telenovelas turcas: Familiar, exteriores y sin diálogo
Lo primero es que la conceptualización de estas novelas es muy diferente a la de las latinas, ya que su objetivo es realizar un producto orientado a la calidad y a la familia; no se guían de las amas de casas, sino que ostentan el uso de los mejores actores del país, los cuales no dudan en participar ya que logran en algunos casos acaparar más del 60% de la audiencia nocturna en su país.
Otro elemento diferenciador es que solo producen un capítulo a la semana, lo cual eleva su nivel y da más tiempo al director para lograr un producto mejor terminado y la posibilidad de grabar fuera del estudio en locaciones urbanas y exóticas, como lo son la misma ciudad de Estambul y sus barrios (siendo Kuzguncuk uno de los más usados) o los paisajes naturales del país.
Otra diferencia es que los episodios suelen durar casi igual que un largometraje (una media de 90 minutos), y cuentan con muchas pausas sin diálogo que evocan el arrepentimiento o la tristeza para invitar a la reflexión o la intimidad lograda a través de la música instrumental, ya que en las mismas el diálogo gestual es de suma importancia con grandes primeros planos que acentúan el dramatismo y la intensidad de la historia.
Edulcoradas y supervisadas
La línea argumental suele ser la de un melodrama clásico, romántico y tradicional por la importancia que se concede a la familia o al honor. Asociada a esta presión religiosa y a la política del partido conservador en el gobierno, surge una autocensura inherente en las mismas.
Las televisiones continuamente juegan en la línea floja y aunque intentan abordar muchos de los dramas existentes en el país, muchas veces se ven incapaces de superar las presiones y acaban realizando productos mucho más neutros y un poco edulcorados que pueden ser tolerados por el público más conservador.
Aspectos como las relaciones entre el mismo sexo no son nunca planteadas, al igual que apenas se tocan los problemas sociales (falta de democracia, libertad de expresión…) que afectan a diario a los turcos, de la misma forma que tampoco se tratan las complejas realidades de las minorías y se tiende a crear una imagen única y estandarizada del pueblo turco que no es extrapolable a la realidad del país. Es decir, viven en la fantasía idealizada del más puro romanticismo de las novelitas rosas de Barbara Cartland, Deseo o Corín Tellado.
La precursora de esta ola de telenovelas turcas a nivel internacional fue la exitosa NOOR en el año 2006, la cual se basa en el modelo de todas las historias románticas clásicas: historias fáciles y cercanas que tienen el amor como lenguaje universal y protagonizada por galanes que rompen esquemas con sus miradas intensas.
El perfil ligeramente conservador de estas producciones “Made in Turkey” les permite adentrarse en mercados como el árabe (Egipto, Arabia Saudí…) donde las corrientes moralistas controlan férreamente la sociedad y en las que productos procedentes de otros países no tienen cabida al ser estos tendentes a mostrar escenas “inmorales” (alcohol, sexo….).
Con todo, las telenovelas turcas son lo suficientemente progresistas para atraer a las nuevas generaciones de estos países (especialmente a sus mujeres), que ven en Turquía a un país modelo con su histórica dicotomía de nación musulmana, pero moderna al mismo tiempo.
En fin, si te gustan los grandes escenarios, con las miradas intensas y el dulzor natural de la miel, es probable que te enganches en una de estas producciones que generan suspiros y respiros además de intrigas para todo tipo de público. ¡Disfruta!
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