Christopher Nolan y su dilatada relación con el tiempo

Christopher Nola
Por Edwin Santana

Christopher Nolan es uno de los mejores directores del Hollywood actual y de los más exitosos en la historia del cine. Su nombre es sinónimo de blockbuster (ese término que acompaña a las películas de desempeño superlativo en la taquilla) y en el mundo de la crítica su arte —intelectual, visionario, ambicioso— no solo es aplaudido y celebrado, es también analizado a fondo, diseccionado como el de muy pocos cineastas contemporáneos.

Un auténtico auteur —un director que controla todos los aspectos de sus filmes—, su estilo cinematográfico es reconocible de inmediato en la pantalla, y su filmografía explora repetidamente temas como la realidad, la identidad, la memoria, la moralidad… y el tiempo

Muchas cosas sobresalen en el cine de Christopher Nolan. Las historias laberínticas, la cualidad filosófica de los diálogos, la ambigüedad moral de los protagonistas; la música envolvente, los colores apagados, los alucinantes efectos visuales. Pero cuando se mira de cerca el conjunto de obras del gran realizador británico-estadounidense, algo llama la atención de manera especial: su profundo interés por el tiempo.

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En sus intrincadas tramas, Nolan ha auscultado el concepto del tiempo y cómo nos relacionamos con él y cómo lo percibimos. En algunas de sus películas, el tiempo es un elemento fundamental del núcleo de la historia y un tema en sí mismo, casi un protagonista más, cuando no el antagonista. 

Y el director, una y otra vez, ha manipulado —con una destreza incomparable— el tiempo en la estructura narrativa de sus filmes, desviándose del relato lineal, recurso con el que, cual alquimista, ha transmutado lo ordinario en extraordinario y creado experiencias únicas para el público. 

¿Por qué el tiempo?

De las once películas rodadas y, salvo una, escritas por Nolan hasta la fecha, tres, Inception, Interstellar y Tenet, deben su existencia al tiempo como parte integral de la trama, y otras tres, Following, Memento y Dunkirk, serían por completo diferentes —y, con toda seguridad, muy inferiores— o no habrían siquiera nacido si Nolan las hubiese concebido con estricto orden cronológico.

Esas seis películas representan casi la mitad de los cinco mil millones de dólares que los filmes de este director han recaudado en los cines del mundo; podría decirse que aquello de que el tiempo es oro adquiere una connotación literal con Christopher Nolan. Y si se toma en cuenta, además, que cinco de esos seis títulos acaparan las nominaciones y premios importantes recibidos por el atrevido realizador y sus películas, podría argumentarse que el tiempo es la esencia de su filmografía.  

La curiosidad es inevitable: ¿Por qué? ¿Por qué ese interés, esa preocupación por el tiempo? Descúbrelo en nuestro artículo publicado en la edición impresa.

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